Entrevista a Pedro Ascencio: «Me quitaron a mi hijo y amigo»

pablo ascencio
El 20 de septiembre del 2014, Pablo Ascencio (24 años) fue atropellado por Gonzalo Rojas (27 años) en una concurrida arteria de Viña del Mar. 8 meses después, se cierra el juicio y Rojas es condenado a 9 años de presidio efectivo por atropellar y darse a la fuga del lugar junto a Katherine Antequera, su acompañante. Este  caso se instala como el primero en ser juzgado bajo la Ley Emilia, pero más allá de las cifras y la sentencia, queda el dolor de una familia.

Este es el relato de Pedro Ascencio, padre de Pablo, quien dejando a un lado el dolor, habla de su hijo, de cómo se rearman como familia, de las metas inconclusas y de la justicia contra quienes tienen una conducción irresponsable.

Me quitaron a mi amigo

Pedro llega hasta un café en el centro de Viña del Mar para tener esta entrevista, mientras en un tribunal se desarrolla otra de las jornadas de la última parte del juicio por el atropello fatal a su  hijo  Pablo Ascencio.

Con voz pausada y mirada cansada, comienza su relato que a ratos es interrumpido para revisar rápidamente su celular y enterarse de las novedades de tribunales.

Pablo era el segundo de sus cuatro hijos (Pedro, Pablo, Javiera y Rocío) y hablar de él, de sus recuerdos y de los planes a futuro, fluye fácilmente para Pedro.

“ Siempre con mis hijos he tenido una relación muy fuerte, porque me hice cargo de  ellos con la tuición definitiva desde que Pablo tuvo 3 años 8 meses, por eso, después del atropello, ha sido un proceso lento para mí y para todos.

Teníamos un vínculo de amistad muy fuerte, en especial  entre Pedro, Pablo y yo.

Cuando Pablo tenía como 12 años, estábamos tomando desayuno, empieza a conversar y me dice que hicieron una encuesta en el colegio de quien era mi mejor amigo y respondió que era yo. ..Me paré y le di un abrazo además de $5.000 y eso ilustra lo que teníamos.

Siempre estuvimos juntos jugando, en la pichanga y luego, él decide estudiar arquitectura igual que yo y su hermano. Esto nos sorprendió cuando él estaba a punto de titularse, era todo un proyecto de vida que se destruyó de la noche a la mañana.

Nosotros nos hemos esforzado por seguir, pero vivimos una primera etapa de incredulidad, de no creerlo en las primeras semanas porque pensábamos que iba a llegar a la casa y despertaríamos de esta pesadilla. Posteriormente, vivimos una profunda tristeza, pero la enfrentamos con mucha contención  y apoyo de nuestros cercanos para tratar de entender lo que había pasado y transformar esto en recuerdos positivos y en eso estamos aún.

Es un proceso y una decisión de familia de reconstruirnos. No es fácil porque es una realidad que te la tiran en la cara y tienes que sí o sí tomarla… no hay opciones.

Pedro estaba postulando a una beca de intercambio a Portugal al momento de la muerte de su hermano y él me planteó no irse, pero yo le dije que la vida seguía y vuelve el próximo 12 de junio para titularse ya el 2016, el mismo año en que lo haría su hermano. Mi hijo Pablo tiene dos obras póstumas y eso me llena de orgullo.

El principal pilar de todo esto por lo menos para mí es la fe, porque si yo no fuera cristiano como lo soy, no estaría en esta porque ha sido tan complejo, pero mucho más difícil para mi señora. Estamos siendo asistidos por los psicólogos del Ministerio Público y nos ha servido mucho”, enfatiza Pedro y hace un alto en la entrevista para mostrar la foto de Pablo que lo acompaña a cada momento en la pantalla de su celular.

“Gonzalo no se  arrepiente”

“Los testimonios de los testigos que ha presentado  el fiscal son bastante contundentes, además, son coincidentes unos con otros, cosa que no ocurre con las declaraciones de la defensa.

Desde el principio de los hechos, él está con prisión preventiva por ser declarado un peligro para la sociedad y por entender los magistrados que él tiene decididamente una conducta dolosa.

Desde el primer momento –y sus abogados y familia también- lo que hacen es tratar de engañar con hechos falsos y tratar de cubrir todo lo que ha pasado. No hay arrepentimiento y es lógico, porque no tiene conciencia moral de lo que hizo.

Hay que ser frio. Es una cuestión de cuna… estoy seguro que si a mi hijo le hubiera pasado esto, él no se hubiese arrancado  y eso es justamente por los valores inculcados como familia. Justamente, mantener esta conducta dolosa implica que él no siente ni se preocupa por cómo estemos hoy nosotros, sus padres y hermanos y su familia.

Es tan fuerte que un carabinero que prestó declaraciones en tribunales indicó ahí que cuando tomaron preso a Gonzalo Rojas éste dijo: somos 17 millones, un weon más o un weón menos… Eso habla de su calidad de persona.

Dentro de su defensa y sus abogados lo han dicho que él es un aporte para la sociedad , pero su comportamiento no ha sido tal, porque lo menos que se podría esperar de alguien lleno de valores es un reconocimiento ante un hecho culposo…En su esencia para mí es una persona mala y no está ni ahí con lo que hizo como dicen los lolos.

En este accidente, estaban involucrados 5 jóvenes y siempre me pregunto qué hubiera pasado si atropellaba a los 5 … en este momento habrían 5 familias dolientes y él estaría negando los hechos de igual manera.

Los psicólogos piensan que él está en un plano absolutamente evasivo, muy distante de reconocer su culpa y eso también tiene que ver con un tema de egocentrismo porque se plantea ante la sociedad como una persona muy buena y que por lo tanto, esto no debería estarle pasando a él mismo, es una victimización”.

Cuídate hijo

El día 20 nos juntamos a un asado familiar en Valparaíso, terminamos como a las 17:00 horas y nos fuimos a la casa para seguir compartiendo. Luego, nos juntamos Pedro, Pablo y yo a planificar lo que se nos venía para la semana, trabajamos un rato y ahí me dice que había hablado con unos amigos y me pide  permiso para salir -porque a pesar de su edad pedía permiso- y le digo que bueno despidiéndome con un cuídate hijo.

A las 21:00 horas ya estaba listo para salir y le ofrezco que se lleve el auto, pero me responde que no, que no va a manejar. Con su hermano nos quedamos ordenando la oficina y conversando cuando mi señora recibe la llamada al celular de lo que había pasado.

Bárbara (una de las amigas que acompañaba a Pablo)  llama del celular de mi hijo y mi señora entra desesperada y me dice que lo habían atropellado.  Salimos con mi hijo mayor al Gustavo Fricke cuando le avisan que se iban al Van Buren y ahí le digo prepárate para lo peor porque se van a neurología.

El año 2000 mi madre murió en el Van Buren de un derrame cerebral y Pablo falleció en el mismo lugar donde murió su abuela… “.

Sin vuelta atrás

“Hablé con el médico cirujano en el hospital y él titubeó en un principio de darme la información y yo le dije que éramos adultos y le expliqué que no queríamos mentiras. Y el doctor fue súper claro y me dijo que en este tipo de accidentes traumáticos son mortales y los pacientes con este tipo de lesiones, tienen una calificación de sobrevivencia de 1 a 15 y que él entró con 3, por lo que  sus posibilidades de vivir eran nulas.

El choque le produjo el desprendimiento y mutilación del tronco encefálico y ese trauma, no deja ninguna posibilidad de cirugía.

Si Gonzalo hubiera socorrido a Pablo el destino de mi hijo no hubiera cambiado, pero sí cambiaría la percepción que hubiésemos tenido todos de su actitud de buen hombre”.

Justicia sin excepciones

“En todos los lugares, el ser humano responde por estímulos y aquí en Chile, los castigos judiciales y las penas han sido disminuidos y eso hace que exista una violencia excesiva en el país. No es lógico que un asaltante invada tu casa, te robe y al día siguiente esté libre.

Hay casos que nos llaman a la reflexión…Es muy blanda la ley.

Los parlamentarios creen que la gente actúa por conciencia, yo creo que no –debe haber muy pocos que sí lo hacen porque tienen esa claridad moral. Pero pienso que debe haber sanciones drásticas al respecto para que la gente no transgreda la ley.

La ley aquí en Chile se interpreta y no se aplica.

Tengo a familia en Israel y a mi cuñado, le hicieron un control preventivo porque él iba manejando, encontraron que conducía con alcohol y le suspendieron la licencia por dos años y no tiene derecho a apelar o a abogado para defenderse.

Es lamentable porque no es posible que un dígito establecido por un legislador determine la gravedad de lo que tú hiciste, porque también hay que pensar en qué pasa si atropello a una persona con cero alcohol en mi sangre y sin droga, pero lo atropellé por manejar irresponsablemente y lo maté. ¿ quedo libre de toda culpa por lo que dice actualmente la ley?

Si no existiera la Ley Emilia, el inculpado que atropelló a mi hijo estaría libre, por eso pienso que debiera ser aplicada a toda persona que conduzca y produzca un daño, independiente de su condición en la sangre  y si tomó o no alcohol o drogas  y esto no tan solo en los jóvenes sino que de todo el mundo para que realmente se entienda que sentarse detrás de un volante y manejar irresponsablemente, es para mí igual que estar empuñando un arma de fuego.

Mi hijo tuvo cero posibilidades de defenderse ante un auto a exceso de velocidad en una zona urbana y eso no da una segunda lectura, sin embargo, se piensa en Chile que la sociedad tiene la madurez para reaccionar adecuadamente a estos hechos , pero están equivocados porque las personas que cometen estos ilícitos arrancan o se esconden.

Este es el caso de los jóvenes que fueron atropellados afuera del hotel Diego de Almagro en Valparaíso y ahí los hechos fueron muchos más lapidarios porque fueron atropellados en la vereda y el auto al día siguiente fue devuelto, es decir, no hubo los procedimientos de carabineros, ese auto debería haber permanecido incautado. Otro punto es que cuando atropellaron a mi hijo, carabineros aparecieron a los minutos y en ese caso, después de horas.

La alcoholemia fue tomada irregular y dicen que el inculpado es familiar de una persona reconocida y ahí entonces, correría mucha plata. Los hechos hablan por si solos.  El imputado queda libre hasta que las familias apelan y recién ahí queda en prisión preventiva.

Como ciudadanos comunes no somos tontos, y así se ve perfectamente cuando hay mano negra, mala intención o dolo y enfrentando las cosas como no corresponde.En este tipo de situaciones, queda en entredicho las instituciones y de todos los poderes que se suponen que están dentro del país para protegernos y darnos seguridades.

Esto debiera ser algo parejo, no tendrían por qué haber excepciones a la regla”.

Somos dos familias sufriendo.

“Estamos muy conscientes que esto se puede transformar en una moneda de dos caras porque hay dos familias que están sufriendo, pero la diferencia es que ellos sufren por una conducta irresponsable de su hijo y nosotros porque le quitaron la vida a nuestro Pablo.

Lo que uno tiene que tener siempre como objetivo en la vida es que lo que te toca vivir lo hagas de la mejor manera posible y ayudar y la mejor manera que tenemos nosotros ahora para eso es devolver la mano no sólo a la Fundación Emilia, sino que a la sociedad para decir y expresar lo que estamos viviendo para que esto no vuelva a suceder, basándonos en que la Ley Emilia debe ser perfeccionada, quizás con sanciones más elevadas, para que todos lo pensemos dos y tres veces antes de sentarnos a un volante si no estamos en las condiciones o si lo haremos de manera irresponsable”.

Nota: Esta entrevista fue realizada días antes de conocerse la sentencia contra Gonzalo Rojas y Katherine Antequera.


© 2023 Copyright Fundación Emilia. Desarrollado por Agencia La Firma.