Columna de Voluntarios: «Micromovilidad: ¿Estamos preparados para movernos de manera segura?» por Javiera Suardo

Viernes 26 de Septiembre:- La micromovilidad se ha convertido en una alternativa real frente a la congestión y la contaminación de nuestras ciudades. Se trata del uso de medios de transporte ligeros, en su mayoría eléctricos, pensados para trayectos cortos en zonas urbanas, tales como bicicletas eléctricas, scooters eléctricos, patinetas eléctricas, entre otros (Micromovilidad, s. f.).

Dentro de los grandes aportes que nos brinda la micromovilidad, no solo reduce la congestión al movilizarnos en distancias cortas, sino que también favorece una movilidad más consciente con nuestro entorno. A esto se suma un beneficio que muchas veces pasamos por alto: el impacto en la salud y el bienestar. Si optamos por la bicicleta o el scooter en lugar del automóvil, no solo llegamos más rápido, sino que también promovemos un estilo de vida más activo y saludable. Estos medios, además, contribuyen a liberar el estrés, mantenernos en movimiento y realizar actividad física, al mismo tiempo que ayudan a disminuir la congestión vial.

Su potencial es enorme, pero la pregunta que deberíamos hacernos como sociedad es: ¿Chile realmente está preparado, en infraestructura, cultura y hábitos, para que la micromovilidad sea un medio de transporte seguro y sostenible?

No basta con enfocarnos únicamente en sus beneficios, ya que la experiencia cotidiana nos muestra que la infraestructura sigue siendo insuficiente: ciclovías interrumpidas, mal iluminadas o inexistentes, calles en mal estado, ausencia de estacionamientos seguros, scooters circulando por las veredas, exceso de velocidad en ciclovías y la baja cultura de uso de casco son problemas que hoy ponen en riesgo a miles de peatones y ciudadanos.

El alarmante hecho de que casi un tercio de las víctimas fatales de siniestros viales en Chile sean peatones nos confronta con la dura realidad de que, como sociedad, aún no hemos aprendido a compartir las calles de manera segura. La falta de respeto entre automovilistas, ciclistas y peatones refleja un déficit de educación vial que no se resuelve únicamente con nuevas infraestructuras, sino con políticas públicas integrales que promuevan empatía y corresponsabilidad.

En 2024 se registraron más de 500 siniestros de trayecto en scooters eléctricos, afectando mayoritariamente a personas entre los 18 y 30 años. Entre enero y diciembre del mismo año se contabilizaron 563 siniestros viales durante el trayecto de ida o vuelta entre la vivienda y el lugar de trabajo (SAP, 2025). Y entre enero y marzo de 2025 se registraron 205 en scooters eléctricos, lo que implicó una fuerte alza del 56% en comparación con el mismo periodo de 2024, cuando se constataron 131 (The Clinic, 2025).

Por ello, hoy resulta urgente hacer un llamado a la comunidad y promover una educación vial que prepare a los ciudadanos para actuar de manera responsable. No se trata solo de una medida preventiva para reducir siniestros, sino también de un compromiso personal y colectivo.

Quienes utilizan estos medios de transporte ligeros deben ser responsables y mantener siempre la seguridad. Esto implica estar correctamente equipados: usar casco, contar con un buen sistema de frenos, portar chaleco y luces reflectantes, así como guantes. También mantener una velocidad adecuada, evitar el uso de dispositivos móviles y nunca conducir bajo los efectos del alcohol o las drogas.

Al movernos con responsabilidad, no solo cuidamos nuestro propio bienestar, sino también el de quienes comparten la ciudad con nosotros.

Sigue en pie el llamado a implementar normas que regulen el uso de estos medios de transporte y aseguren su fiscalización, ya que es un compromiso que involucra a todos: autoridades, empresas y ciudadanos. Al mismo tiempo, las empresas pueden contribuir ofreciendo condiciones laborales que promuevan el uso de transportes ligeros, incentivando hábitos responsables y apoyando a sus trabajadores en la transición hacia una movilidad más sostenible.

La educación y la cultura vial son fundamentales para que la micromovilidad sea segura y efectiva. Implementar campañas y talleres dirigidos a la comunidad, junto con programas educativos en escuelas y empresas, ayudará a formar ciudadanos responsables y conscientes de su entorno.

La micromovilidad no es solo una moda: llegó para quedarse. Y solo con decisiones firmes, empresas comprometidas y ciudadanos responsables podremos transformar nuestras calles en espacios seguros y nuestras ciudades en lugares más humanos y sostenibles.


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