
Lunes 3 de Noviembre de 2025:- El reciente fin de semana largo dejó una seguidilla de siniestros viales que, más allá de las cifras, representan vidas truncadas, familias destruidas y comunidades en duelo. Desde Fundación Emilia creemos que relevar cada historia no es solo un ejercicio informativo, sino un acto de memoria y respeto hacia quienes ya no están.
El viernes 31 de octubre, un vehículo menor impactó contra la barrera de contención en la salida del Túnel San Cristóbal, en la Autopista Vespucio Norte. El siniestro dejó tres personas heridas y una víctima fatal, una mujer que, al cierre de esta nota, aún no ha sido identificada. Detrás de esa falta de nombre hay una familia que espera respuestas.
La tarde del sábado 1 de noviembre, la tragedia golpeó a la comuna de Molina. En el kilómetro 3 de la ruta K-175, un choque a alta velocidad cobró la vida de Thiare Rojas Valenzuela, su hermano Manuel Rojas Valenzuela y su madre Marisol Valenzuela Fuenzalida. Tres miembros de una misma familia fallecieron producto de la irresponsabilidad de un conductor que registró 2,8 gramos de alcohol por litro de sangre. Tres nombres que deben permanecer en la conversación pública cada vez que se hable de conducción responsable.
Ese mismo día, en Iquique, un motociclista perdió la vida tras colisionar con un vehículo menor en la intersección de avenida Héroes de la Concepción con Ernesto Riquelme. Aunque su identidad aún no ha sido informada, su historia se suma a las de tantos otros jóvenes y trabajadores que pierden la vida en las calles del país.
Durante la madrugada del domingo 2 de noviembre, un vehículo con cuatro pasajeros impactó una grúa estacionada en la berma de la Ruta F-90 (Casablanca–Algarrobo), provocando una nueva víctima fatal. Según personal de salud, el conductor se encontraba bajo la influencia del alcohol, una constante que continúa cobrándose vidas incluso en rutas interurbanas donde los desplazamientos son cortos.
De acuerdo con Carabineros, 102 personas fueron detenidas por conducir en estado de ebriedad, 42 bajo la influencia del alcohol y 48 bajo los efectos de drogas. A esto se suman conductas temerarias, como las “rodadas” de motociclistas registradas la noche del 31 de octubre, pese a los reiterados llamados de las autoridades a evitarlas.
Cada uno de estos hechos representa mucho más que un número en una estadística: son historias, nombres y familias que merecen ser recordadas. Relevar sus casos no busca solo informar, sino movilizar conciencia y responsabilidad colectiva. Detrás de cada siniestro vial hay una historia interrumpida, y en Fundación Emilia seguiremos trabajando para que esas historias no se repitan.
Carolina Figueroa: “No basta con sensibilizar; sin fiscalización efectiva, la prevención es simbólica”
Carolina Figueroa, presidenta de Fundación Emilia, señaló que el aumento en la letalidad de los siniestros refleja una crisis estructural en materia de control y fiscalización vial:
“Más de 452 mil vehículos salieron de la Región Metropolitana, pero solo 61 mil fueron fiscalizados: eso representa apenas un 13 % del flujo total. No se puede hablar de fiscalización efectiva cuando nueve de cada diez vehículos circulan sin revisión. De esos controles, se cursaron más de 2 mil infracciones y se aplicaron 13 923 alcotests y narcotests, menos del 3 % del total. Cuando se fiscaliza, se detectan infractores; el problema es que se controla poco.”
La presidenta de Fundación Emilia agregó que la situación revela una mayor letalidad vial, a pesar de que los siniestros disminuyeron en número:
“Este año hubo menos accidentes, pero más fallecidos. Esa proporción nos habla de hechos más violentos y con menor capacidad de respuesta preventiva. No basta con contar los choques; hay que preguntarse por qué los que ocurren siguen terminando con tantas vidas perdidas.”
Finalmente, Figueroa cuestionó la falta de coherencia entre el discurso público y las acciones concretas:
“Ya no se trata de descubrir las causas —las conocemos: velocidad, alcohol, no atención en la vía y falta de control efectivo—, sino de reconocer que la fiscalización en Chile sigue siendo marginal frente al tamaño del problema. Este año ha estado marcado por mensajes confusos y sin inversión real en prevención. Desde septiembre no se han desplegado campañas nacionales relevantes, y la prevención parece limitarse a los feriados. Si seguimos haciendo todo igual, será difícil ver cambios.”
Las víctimas tienen nombre y apellido
A días de iniciarse el Mes de las Víctimas de Siniestros Viales, desde Fundación Emilia se subraya que estas cifras no son solo estadísticas, sino que representan vidas truncadas y familias en duelo.
Cada número corresponde a una historia, a una persona con nombre y apellido que deja un vacío en su entorno.
La organización recalca que la violencia vial no es un hecho inevitable, sino el resultado de decisiones individuales e institucionales. Por eso, exige una fiscalización sostenida, educación vial real y políticas públicas coherentes, para que cada fin de semana largo deje de transformarse en una tragedia anunciada.
Columna de Juan Ojeda, Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, Universidad Alberto Hurtado.
