«Sus hijos quieren tener vacaciones e ir a verlo al cielo»

Mientras el país se paralizaba a la espera del partido final de la Copa América, un joven repartidor de pizza perdía la vida tras ser chocado. El autor del delito (que manejaba una camioneta robada) huyó del lugar de los hechos y Carlos Poblete (31 años) murió en el mismo lugar sin recibir ayuda de su victimario.

2 pequeños hijos de 10 y 5 años hoy lloran la partida de su padre, quien para buscar un mejor pasar para su familia, mantenía dos trabajos desempeñándose en las mañanas como chofer de una empresa y en las tardes, manejando una moto para repartir pizzas en Santiago.

Hoy sus hermanos y sus más cercanos llevan una nueva lucha en tribunales y enfrentan la pérdida de expedientes y la lentitud de un proceso que reconocen, los hace revivir el dolor de ese fatídico 9 de julio. A días de las Fiestas Patrias, se suman a la campaña de la Fundación Emilia y asumen el compromiso vial de no conducir luego de haber consumido drogas o alcohol, esperando que con este mensaje nadie más deba llorar por la repentina pérdida de un ser querido.

“Sus hijos quieren tener vacaciones e ir a verlo al cielo”

Javiera (18 años), la hermana menor de Carlos, toma fuerzas para  iniciar esta entrevista y relatar lo que sucedió esa noche con su hermano, con quien compartía el lugar de trabajo. Relatar paso a paso lo que significa para ellos la repentina muerte de Carlos y lo que han debido enfrentar en la búsqueda de justicia le afecta, pero a la vez le da la valentía para exigir que el asesino pague con cárcel el haberle arrebatado a quien era “la alegría de la casa”.

“Él estaba trabajando como repartidor de pizza en San Bernardo y como a las 20:00 horas iba a dejar un pedido cuando ocurrió el accidente. Yo trabajaba con él en la misma pizzería cuando me llaman a mi celular y era una paramédico para avisarme que había tenido un accidente y que fuera rápido.

Todavía no lo asimilamos porque él era muy alegre… nos hacen falta sus tallas, realmente seguimos esperando que se abra la puerta y que vuelva.

Todo nos da impotencia porque en Fiscalía todo lo demora y hasta se les pierden los papeles del caso y lo que nosotros queremos es que quien lo atropelló no siga libre. Un primo lejano nos ha ayudado en los pasos que tenemos que seguir y también la gente de la Fundación Emilia que nos entiende en este dolor.

La persona que lo mató se fugó y hasta el día de hoy sigue libre, sin estar ni un solo día en la cárcel. Sabemos que la camioneta era robada, así que después del atropello, carabineros llegó hasta la dueña del vehículo y ella dijo que no había tenido nada que ver y ahí partió otra parte para nosotros porque hay muchas cosas que están confusas y al final, uno no sabe qué creer.

Imagine la pena que nos da que se viene el 18 de Septiembre y no lo vamos a tener para poder darle un abrazo, para reir y compartir con él. Sé que mi hermano no fue irresponsable y que no tuvo ninguna culpa, pero igualmente, le pido a todos los que van a salir que no conduzcan con alcohol, que sean responsables y no causen dolor.

«Es terrible escuchar a mis sobrinos y darnos cuenta de cómo les afecta no tener a su papá. El más pequeño, dice que quiere tener vacaciones y viajar al cielo para verlo y el más grande, todavía se pregunta por qué le tuvo que pasar esto a su papá si era bueno y joven. No sabemos cómo hacerlo porque cuando vamos al cementerio nuestros sobrinos no se quieren volver a la casa y quieren traerse a su papá… esto no se lo damos a nadie y es injusto que nosotros suframos a diario y la persona que lo mató esté tranquilo en su casa.»

He leído que han bajado las muertes con la Ley Emilia, pero uno como familiar sigue sintiendo que no es suficiente cuando realmente los que hacen mal su trabajo son los encargados de la justicia en tribunales y no estas instituciones.  Sólo podría pedir que ya no haya más muertes y que la gente sea responsable porque este dolor en vez de disminuir, sigue creciendo y no creo que nadie quiera eso para su familia”.

Andrés (30 años) es el hermano del medio y quien ha debido encabezar los trámites judiciales y lidiar con una justicia que califica como “lenta y donde parece que no les importa el sufrimiento de las familias”.

“Cuando enterramos a mi hermano, ya sabíamos gracias a testigos quien lo había matado. Es un delincuente y no sólo por el choque, sino que ya tenía delitos previos, tanto así que había salido en un reportaje de la televisión por la receptación de especies que hacía y esa es otra cosa que no entendemos porque él ya debería haber estado preso. Tenía un prontuario y nadie hizo nada.

La camioneta que él manejaba estaba encargada por robo desde el 2012, pero lo raro es que el TAC que estaba a nombre de la dueña del vehículo tenía todos sus papeles al día y eso nos hace pensar que hay una mano negra y que por eso todo el proceso del caso de Carlos se demora y se pierden papeles y pasamos una serie de irregularidades que no deberían ocurrir.

En lo judicial se han perdido declaraciones de 3 o 4 testigos que en su momento dieron todos los detalles de lo que habían visto, pero ahora, carabineros nos dice que esos papeles no están y eso es un retroceso porque podrían ser un aporte importante para detener al asesino. Nosotros hicimos toda una campaña por redes sociales para encontrar a los testigos y fue así que ellos nos dijeron que habían cumplido con el trámite y que le habían hablado todo lo que vieron a carabineros, pero ya no nos sirve porque lo perdieron. Es insólito.

«No me consta que ellos estén haciendo bien su trabajo y es terrible tener que revivir todo, pero seguiremos haciéndolo por él y por buscar justicia. Creo que nadie está preparado para tener que hacer estos trámites, nadie piensa que tendrá que llegar a donde un juez para que encarcelen a quien te quitó a tu hermano y tratamos de hacerlo de la mejor manera, pero la impotencia está viva.»

He pensado mucho en todo esto y en por qué debe haber una ley que te recuerde algo que es obvio, pero además, está la Ley Emilia que es muy importante e igual no la cumplen, igualmente uno como víctima tiene que ir y exigir que la apliquen y eso no es justo para nosotros.

No es lo mismo prepararse para la muerte de un ser querido a recibir esa llamada desgarradora. Yo estaba tomando once con su señora, sus dos hijos y mi mamá y cuando me enteré por teléfono no lo podía creer y pensé que era una broma. Tener que decirles que ya no estaría más es lo peor y más difícil que me ha pasado.

Mi mensaje para este 18 es apoyar lo que dice la Fundación Emilia: si vas a tomar, pide un taxi, pero no arriesgues tu vida y la de otros porque hay muchas cosas entretenidas en la vida, pero el alcohol y la conducción no se complementan. Disfrutemos estos días, pero no con dolor, porque siempre pensamos que no nos va a pasar a nosotros, pero sí puede suceder y ahí quedamos con la sensación que las cosas podrían haber sido distintas y causé una tragedia por mi irresponsabilidad”.

 


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